Autodolor

2006/01/27

PsychoKillers (Autoimolición)

Se reduce la escasa historia a pocos enfermos.
Personalmente, atribuyo esta peculiaridad a los primigenios dictadores, y/césares/emperadores/dioses/caudillos/posibilitados, de tantas generaciones de personas.
Distingo entre Jean-Baptiste Grenouille (Delicado y perfumado) del Wakefield. (Hawthorniano y , por lo tanto, más transgresor).
El de Súskind, quiere venganza y cobro: Superficie, pero potente novela.
El del estadounidense, prefiere el amago del Pecado: Mayor delito, mayor loor a su condición, soberbio magín.
Desde Burke y Hare, que el diletante De Quincey obligó a la historia a reconocerlos, acabándose en mi propia piel, (No difamo ni quiero mentir, pero en Edimburgo, me ví comprometido en una taberna del mismo título en situación laberíntica...), y así afirman varios presentes, como Stevenson o Villiers, hasta el delicioso mental del Dr. Hannibal Lecter o el gran hombre religioso de "Seven".
La ética nos coharta la religión. Ella, el autodefinido. Este, el Todo.
Distingo altos estandartes de esta dinastía en variopintas cintas de cine:
-The Honeymoon killers (1970, Cinerama)
-Dr. Goldfoot and the bikini machine (1965, Aip)
-Toda la Psychotrónica serie de Fu-Manchú....
-Una demencial maravilla llamada "The hospital massacre" o también "Ward 13", o tántos otros títulos, donde Barbi Benton luce sus merecidas carnes de Playboy. (Es de 1982...La señora se merece recordar, nada de pajas...un poco de respeto!)
-Una bestia asoma en "Maniac", de la productora Analysis en 1980. Caroline Munro, diosa erótica donde las haya en las B-movies, fotografía al majara.
Entre tantísima colección, yo ensalzo a "Night of the Hunter" (1955 United Artists),porque, tan sólo el recuerdo de la canción que entona en la oscuridad, el cadáver de Shelley Winters bajo el agua y la odisea de los pequeños río abajo entre inmensas ranas, eriza el cabello y ensalza el alma.
Su director, Charles Laughton, fué marido de la novia de Frankestein. Así es todo. Sencillo y envuelto en papel de celofán, como un caramelo de a 5 céntimos.
Matar... y su poesía. Vivir... y la otra.
Norman Bates, tuvo, no en vano, motivos para protagonizar una de las mejores escenas del cine nunca montadas. Esa música de Bernard Herrmann!!!!
(En el fondo, a todos nos gustaría ser un nombrado en una canción de los Talking Heads...)